jueves, 27 de enero de 2011

[OOOOOII] by Lal [Squalo x Yamamoto]

Al salir de la base Vongola, Yamamoto alzó la cara, borró la sonrisa que siempre mostraba y dejó que la lluvia acariciara su rostro y se llevaran, bien lejos de él, las lágrimas caídas. La muerte de su padre lo golpeaba una y otra vez con más fuerza, inundando de tristeza hasta el lugar más recóndito de su corazón.

Respirando hondo, Yamamoto empezó a caminar por el pequeño bosque hasta llegar a un pequeño saliente donde se podía contemplar toda Namimori bajo la lluvia. Apoyó su espalda contra el tronco de un árbol desnudo y se dedicó a dejar la mirada suspendida en el aire, perdida con sus pensamientos y recuerdos, mezclándose con las gotas de agua que recorrían su rostro sin cesar.

-¡¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOIII!!! –el grito lo sobresaltó y lo sacó completamente de su ensimismamiento-. ¡¡Tú!! ¿¡Qué haces perdiendo el tiempo!? ¡¡Deberías estar entrenando para nuestra próxima pelea, basura!!

La voz y el elevado tono le resultaban familiares, por lo que no tardó en deducir que se trataba de Squalo. Un par de segundos más tarde, su deducción fue correcta: el hombre de cabellos grises y largos y de vestimentas de cuero peligrosamente incitantes apareció en frente suya como cayendo del cielo.

-¿De dónde sales? –le preguntó Yamamoto, fingiendo una sonrisa para no mostrar su pésimo estado de humor.

-¡Llevo sentado en las ramas de este árbol poco antes de que llegaras! ¿¡En qué diablos estabas pensando para no darte cuenta de ello!?

-Yo… -desvió la mirada entristecido, incapaz de mentirle.’ ¿Por qué tenía que aparecer ahora justamente él?’, pensó.

Squalo se acercó a él y lo obligó a mirar cogiéndole el mentón con sorprendente delicadeza. Yamamoto descubrió en su mirada un brillo de preocupación, pero parecía más ofendido que preocupado.

-¡Idiota! –le gritó como siempre hacía, pero luego bajó el tono de la voz-. No sabes esconder la verdad, eres demasiado blando. Y ahora dime, ¿qué demonios te pasa para que estés así? Y espero una buena respuesta por tu parte.

-S… qua… lo… -Yamamoto no podía soportar la ferocidad de su mirada, y ello le ocasionaba un atractivo hacia aquel hombre tan… ‘¿Tan qué?’, pensó-. No me pasa nada, tranquilo –sonrió-, tan solo me has pillado distraído. Últimamente he estado muy atareado, y…

No pudo continuar. Squalo le sorprendió pasando su lengua por el rostro de Yamamoto, concretamente por las mejillas. Al separarse, su mirada se había transformado por completo: ya no detonaba la energía de antes, sino una tranquilidad muy impropia de él.

-El sabor de tus lágrimas no se disimula con unas pocas gotas de lluvia –esbozó una media sonrisa, pegándose a él y aprisionándole contra el árbol-. Dime, pequeña basura… ¿Qué te ha hecho llorar?

Yamamoto no contestó. No podía, no le salían las palabras. ¿Cómo iba a hablarle a su rival y antiguo enemigo de la muerte de su padre? Sin embargo, las emociones que sentía en aquel momento se rendían ante el hombre que lograba hacerle sentir tan especial.

No pudo más. Dirigiéndole una mirada llena de seguridad y confianza, Yamamoto besó los dulces y deliciosos labios de Squalo con una infinita ternura. Este último, contento por su victoria, le acarició el cuerpo empapado por la lluvia y le devolvió el beso con mucha más pasión y descontrol.

No tardaron en quitarse los dos sus respectivas camisas. Los besos fluían con rapidez y necesidad, como si aquel fuera el último momento en el que iban a reunirse. Squalo besó el cuello de Yamamoto dándole, de vez en cuando, unos pequeños mordiscos que excitaban al joven espadachín. Yamamoto le desabrochaba el pantalón a la vez en que disfrutaba de sus caricias, olvidándose por completo lo deprimido que estaba antes del encuentro.

Ambos acabaron tumbados en el suelo. Squalo se tumbó encima de él sin dejar de besarle, hasta que Yamamoto puso un dedo sobre sus labios.

-¿Seguro que quieres continuar…? –le preguntó.

-Eres un idiota hasta para esto… -contestó con una sonrisa pícara.

La lluvia recorría ambos cuerpos, desnudos por completo. En ese instante tan especial, Squalo y Yamamoto se fusionaron en uno solo con irrefrenable pasión.

martes, 18 de enero de 2011

3ª parte [Especial fin de año] by Bianchi [Todos con todos]

Siento haber tardado tanto n_n. Aquí dejo la continuación jejeje.

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Todavía tembloroso, Gokudera termina de vestirse mientras Yamamoto carga las cajas que su padre le había pedido antes. Gokudera estaba tan cansado que apenas podía mantenerse de pie, pero poco a poco se le fue pasando. Ambos volvieron juntos, sin intercambiar palabra alguna, ni tan siquiera una mirada, a la sala donde estaban todos. Yamamoto fue a darle las cajas a su padre y Gokudera fue a recibir a dos invitados más, que al parecer habían llegado también a través del bazooka de los diez años a pesar de no haber sido alcanzados por él: Lal y Coronello.

-Esa estúpida vaca ya ha estado volviendo a jugar con el bazooka –dijo Gokudera.

-Sea como sea, ya estamos aquí –dijo Coronello-. ¿Dónde está Reborn?

-Me figuro que estará encargándose de esa vaca –respondió Gokudera.

-Será mejor que le ayude –dijo Coronello; le dio un beso a Lal en la mejilla-. Más tarde vuelvo.

-De acuerdo –Lal se fue hacia donde estaban Kyoko y Haru charlando animadamente y se unió a ellas.
Justo en aquellos instantes entraron en la sala Tsuna y Ryohei, el primero con las mejillas encendidas y el segundo con un aire enérgico en la mirada. En cuanto vio que Tsuna entraba en la sala, Gokudera se acercó a él enseguida con el corazón acelerado. Su admirado décimo era mucho mejor que el estúpido del baseball de Yamamoto.

-¡Décimo!

-Um… Ah… Hola, Gokudera-kun –dijo Tsuna sin mucho entusiasmo.

A Gokudera no le sentó muy bien que Tsuna lo tratase con semejante indiferencia, pues para él, Tsuna era mucho más que un amigo, mucho más que un jefe. Aquel comportamiento con su leal mano derecha no era propio del Tsuna enérgico y entusiasmado de siempre.

-Décimo…

-¿Qué ocurre, Gokudera-kun? –preguntó Tsuna.

Por toda respuesta, Gokudera coge a Tsuna de la mano y se lo lleva a fuera nuevamente. Una vez solos, Gokudera lo abraza  con fuerza, preocupado por ya no serle útil.

-Haré todo lo que usted me pida, décimo, todo lo que necesite para sentirse bien… -susurró Gokudera al tiempo que deslizaba la mano hacia los pantalones de Tsuna.

-Go-Gokudera-kun…

Gokudera lo puso de espaldas a él y su mano comenzó a acariciar suavemente su miembro mientras le besaba el cuello suavemente. Por segunda vez en toda la noche, Tsuna no sabía cómo reaccionar, pero como aquello le gustaba no opuso resistencia a lo que Gokudera le hacía. Se sentía bien, se sentía a gusto, el frío que hacía fuera para ellos dos no existía, sus corazones estaban encendidos y el calor se intercambiaba de cuerpos.

En el interior del local, Dino y Hibari siguen besándose recuperando el tiempo perdido de aquellos meses. Hibari apenas se mueve, pero Dino no puede estarse quieto. Pasa sus manos por debajo de la camisa de Hibari, le acaricia la espalda, luego los pezones, después baja hasta sus pantalones donde ya Hibari lo detiene.

-Aquí sería un poco indecente hacer eso –dijo realmente serio-. Más tarde nos vemos en la despensa.

Dino sonrió y lo miró tiernamente, pues Hibari se había sonrojado. Le acarició el cabello y le plantó un suave beso en los labios.

-Nos vemos allí entonces –le susurró al oído.

Dino se separa de él y va a ver si toma algo de beber mientras que Hibari sale de la sala para ir ya a la despensa. Cuando vuelve a girarse y no lo ve, Dino sospecha de a dónde ha ido, pero como él no sabe dónde está la despensa, sale a fuera y se encuentra con Gokudera tocando y besando a Tsuna mientras éste se deja. Lejos de sentirse cohibido o alterado, Dino se siente excitado, y pensando que Hibari puede esperar un poco, se aproxima a ellos. Gokudera tiene bien cogido a Tsuna de la cintura mientras le masajea suavemente el glande. Dino se dispone a ayudar a Gokudera colocándose delante de Tsuna.

-Veo que mi querido hermano está disfrutando mucho –susurró acariciándole la mejilla-. Me parece que me uniré a la fiesta…

Acto seguido besó a Tsuna mientras ayudaba con la mano a Gokudera en la zona baja de Tsuna, a quien cada vez le quedaba menos para irse. Los tres chicos estaban realmente acalorados a pesar del frío que hacía fuera. Tsuna soltaba de vez en cuando gemidos de placer apenas audibles pues Dino aún estaba besándole. Cuando sintió que ya iba a venirse mordió los labios de Dino y el beso de éste se hizo más intenso mientras que él y Gokudera movían sus manos con más intensidad. No tardaron en hacer que Tsuna se viniese. El muchacho se quedó exhausto, ya era la segunda vez que se venía en la noche. Dino y Gokudera se separaron de él y Tsuna se apoyó en la pared, abrochándose el pantalón. Dino sonrió abiertamente y miró a Gokudera.

-Tú también deberías disfrutar más esta noche –le dijo acercándose a él por la espalda.

-Yo… -Gokudera no sabía qué hacer ni qué decir.

No obstante, Dino era muy rápido y ya le había desabrochado el pantalón. Le acarició las piernas subiendo por las ingles y luego le hizo lo mismo que le había hecho a Tsuna mientras que con la mano libre se desabrochaba él el pantalón. Entre tanto, Tsuna los miraba. Dino pasó la mano libre entre las nalgas de Gokudera.

-Vaya, parece que no soy el primero que ha pasado por aquí hoy –dijo al notar más dilatación de la normal.

-Eso no te incumbe… -dijo Gokudera, paralizado.

-Bueno, hará las cosas más fáciles… -susurró Dino, lamiéndole el cuello.

Ayudándose con la mano, su glande entró en Gokudera y comenzó a embestirle suavemente. Tsuna quiso dejarles intimidad, así que entró dentro con los demás. En ese instante, el padre de Yamamoto vuelve a mandar a éste a la despensa, con lo cual sale nuevamente de la sala. Al entrar, se encuentra con Hibari, quien lo mira fríamente al ver que no se trata de Dino. Yamamoto le dirige una sonrisa.

-¿Esperas a alguien? –preguntó.

-¿Qué te importa? –respondió Hibari bruscamente.

Yamamoto entonces se acercó y lo arrinconó contra la pared, tal y como había hecho antes con Gokudera, dejando su cara a escasos centímetros de la de Hibari, la respiración del cual se aceleró a la par que sus latidos. El color acudió a sus mejillas.

-Me importa porque no quiero dejar sola una carita como la tuya –respondió Yamamoto.

Acto seguido lo besó con fiereza, algo a lo que Hibari trató de resistirse pero luego no pudo y comenzó a dejarse llevar. Yamamoto desabrochó con energía la camisa de Hibari y le acarició el pecho y la espalda con frenesí mientras bajaba sus besos al cuello y luego al pecho. Llegados a este punto, Hibari ya no ofrecía resistencia alguna y se dejaba guiar por Yamamoto, aunque su mente estaba puesta en Dino, que parecía tardar más de lo normal en llegar.

Yamamoto lo tumbó bocarriba encima de unas cajas y le bajó los pantalones con fiereza. Hibari no sabía qué hacer, no sabía cómo parar a Yamamoto, y tampoco sabía si quería en realidad pararlo o no. Entretanto, Yamamoto ya se había desabrochado el pantalón e introducía su miembro en Hibari, quien no pudo reprimir varios gemidos cuando Yamamoto comenzó a embestirle. Ambos no tardaron en estar empapados en sudor.

sábado, 8 de enero de 2011

[Un día de piscina] by Chrome [Xanxus x Squallo]

Era una tarde de verano, en la base de los Varia, Squallo y Xanxus tumbados tomando el sol esperaban al resto que volvían de una misión.

Algo raro le pasaba a Squalo, estaba muy nervioso, no tenía palabras que decir, era extraño porque estaba a solas con Xanxus (eso era algo que a los demás no les gustaría y tendrían miedo), pero Squalo sentia lo contrario, le gustaba y estaba feliz.

Xanxus se dio la vuelta para ver que le pasaba, pero Squalo se giró para no mirarle.

-Squalo, ¿estás bien? -preguntó Xanxus.

- S...si -respondió Squallo

Esas palabras eran las que a Squallo le gustaba escuchar y se sentía feliz cuando Xanxus se las decía.

-¿Seguro? -volvió a preguntar Xanxus.

-Bueno…es que… tenía algo que decirte -respondió Squallo.

Squallo no quería decirlo y Xanxus vio que ésa no era la actitud de Squallo de siempre.

-Pues te exijo que me lo digas, que soy tu jefe -insistió Xanxus.

-Pues te lo mostraré pero luego no me odies -Squallo contestó tristemente.

Squallo le agarró la mano a Xanxus y le besó en los labios.

-Eso es lo que quería mostrarte –dijo Squallo, sonrojado.

-Est…esto… -Xanxus se quedó en blanco.

-¡Lo sabía! Me odias, ¿verdad? –dijo Squallo, enfadado.

Pero Xanxus le agarró de la cintura y le besó.

-No, no te odio –contestó alegremente Xanxus.

-Xan…Xan…Xanxus… -tartamudeó Squallo.

Xanxus le agarró más fuerte y el beso continuó.

En ese momento llegaron Bel, Levi, Lussuria y Fran. Se quedaron de piedra al ver la escena. Pero enseguida Lussuria empezó alegremente a saltar y cantar, Levi se echó a llorar y Fran con Bel como siempre no les importó nada y siguieron peleando.

Así acabó un día de piscina en la base de los Varia.

jueves, 6 de enero de 2011

2ª Parte [Especial fin de año] by Bianchi [Todos con todos]

Bueno, aquí la continuación ^^. Espero que les guste.

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Dino no sabía muy bien de qué hablar con Hibari. Lo había añorado, había pensado mucho en él durante su ausencia, y ahora que lo tenía delante, sus palabras no eran capaces de acudir en su ayuda. Se frotó la nuca, pensativo.

-Bueno… ¿Y qué tal va todo por aquí? Se ve realmente tranquilo… -dijo, sin saber muy bien de qué hablar.

-Namimori siempre fue un sitio muy tranquilo –respondió Hibari fríamente.

-Ya, esto… No quise decir lo contrario –Dino soltó una risita nerviosa.

-¿Por qué te fuiste? –preguntó Hibari, de repente.

Aquella pregunta pilló a Dino desprevenido. Hibari no era de los que deseaban razones para una ausencia, era más bien de los que parecía no importarles nada.  Dino no sabía cómo reaccionar, pero aun así se decidió a responderle.

-Esto… Mi hogar es Italia, ya lo sabes…

Hibari hizo caso omiso y, levantándose rápidamente, se echó a los brazos de su querido entrenador, reacción muy contraria a lo que Dino se esperaba de él, ya que nunca le había dedicado una simple muestra de afecto, sino más bien de lo contrario. Aún indeciso, correspondió a su abrazo, sintiendo que algo cálido inundaba su corazón. Se tranquilizó al notar que Hibari no tenía intención de apartarse de él.

-Yo… Quiero hacer de esto tu hogar… -musitó Hibari.

-Hibari… -susurró Dino.

Lo abrazó con fuerza, dejándose llevar por su corazón. Se quedaron así, abrazados un instante. Después, Hibari alzó su mirada y Dino lo besó tiernamente.

-Donde quiera que estés tú, será mi hogar –le susurró Dino, con una tierna sonrisa.

Entre tanto, en la despensa, Yamamoto y Gokudera se besaban acaloradamente. Entonces, Yamamoto pasó sus besos al cuello del otro mientras con las manos le desabrochaba el pantalón. Detuvo sus besos un instante para mirar a Gokudera.

-Yamamoto… Tú sólo… No pares… -fue lo único que logró decir Gokudera-. Se está realmente bien…

Yamamoto esbozó una sonrisa lujuriosa y volvió a besar a Gokudera. Éste último, dejándose llevar por el frenesí del momento, le quitó la camiseta y le acarició la espalda. Yamamoto deslizó su mano por dentro de los pantalones de Gokudera y le acarició el miembro suavemente. Separó los labios de los suyos unos pocos centímetros.

-¿Te gusta esto? –susurró.

-Me… Me encanta… Solamente… No pares… -contestó Gokudera.

-Entonces esto te gustará…

Rápidamente, Yamamoto obligó a Gokudera a girarse y ponerse contra la pared. Le terminó de bajar los pantalones junto con la ropa interior e hizo lo mismo con la suya. Sus cuerpos prácticamente se rozaban.  Yamamoto  mordisqueó juguetonamente la oreja de Gokudera mientras le masajeaba el miembro suavemente.

-Ya…ma…mo…to… -Gokudera se estremeció de placer.

-Esto no ha hecho más que empezar, Gokudera.

Dirigió su glande hacia el trasero de Gokudera y se lo introdujo suavemente para no hacerle daño. Gokudera, con las manos apoyadas en la pared, cerró los ojos y no opuso resistencia. Le dolía, pero al mismo tiempo le producía el mayor placer del mundo. Yamamoto entonces comenzó a embestirle suavemente al principio, pero cobrando más fuerza después. Yamamoto quería poseer a Gokudera y Gokudera quería entregarse a Yamamoto.

Nuevamente en el interior de la sala donde el resto festeja la Nochevieja, envueltos por una ilusión, Mukuro, Chikusa y Ken ya se han deshecho de sus ropas. Ken está tumbado boca arriba en el suelo completamente desnudo mientras Chikusa, a cuatro patas, le lame suavemente su miembro y le acaricia el pecho. Al mismo tiempo, Mukuro penetra a Chikusa suavemente por detrás contemplando la felación desde arriba, satisfecho.

-Chi… Chikusa… -musitó Ken-. Lo… Lo siento yo… No puedo más…

Ken se fue en la boca de Chikusa, quien ni se inmutó y lo tragó como si nada hubiese pasado. Mukuro hizo una pausa y contempló con satisfacción la cara de placer de Ken en el suelo.

-Ken… ¿Por qué no le haces lo mismo a Chikusa mientras yo termino? –preguntó Mukuro mientras ayudaba a Chikusa a incorporarse ligeramente sin salir de él-. Así, entre los dos, le ayudaremos a él.

-Por supuesto… Mukuro-sama… -respondió Ken, aún reponiéndose.

Se puso de rodillas y se aproximó a Chikusa, quien ya estaba de pie, ayudado por Mukuro. Ken comenzó a lamerle el glande con suavidad, acariciando mientras tanto sus testículos. Chikusa se ruborizó. Cuando Ken finalmente se lo metió en la boca, Mukuro volvió a embestir a Chikusa, haciendo que con el movimiento, su miembro se moviese también dentro de la boca de Ken.

-Mukuro… sama… Ken… -murmuraba Chikusa envuelto en placer por ambos lados.

-Tranquilo, Chikusa, falta poco… -le susurró Mukuro al oído-. Hagámoslo juntos…

-Ken…

Ken supo lo que quería sin necesidad de palabras. Se extrajo su miembro de la boca y comenzó a masajearlo con sus manos al tiempo que las embestidas de Mukuro se hacían más fuertes. Los gemidos de Chikusa se escucharon por encima de los de Mukuro cuando ambos se fueron al mismo tiempo. Toda la cara de Ken quedó empapada pero ello no parecía importarle. Chikusa se dejó caer de rodillas junto a Ken y apoyó la cabeza en su hombro, agotado.

-Lo siento, Ken, te he dejado hecho un asco… -le susurró.

-No tiene importancia –respondió el otro al tiempo que rodeaba su cintura con un brazo en un gesto cariñoso.

Mientras tanto, Mukuro se dejaba caer en una silla, sudoroso, y los miraba a ambos, satisfecho por aquellos momentos de placer.

En el patio trasero, Ryohei  ha encontrado un rincón resguardado del frío con Tsuna. Para que él no pase tanto frío, Ryohei hace lo posible para cubrirle con su cuerpo. Besa a Tsuna desenfrenadamente mientras le desabrocha como puede el pantalón.

-No te preocupes, Sawada, esto te gustará  -susurra en su oído.

-Pe… Pero… -Tsuna es incapaz de articular palabra-. Hermano…

Ryohei lo silencia con un beso. Después, sonriendo, se agacha y le baja los pantalones junto con la ropa interior.  Tsuna enrojece por momentos pero no hace nada por impedirlo. Ryohei le acaricia las piernas al tiempo que acerca sus labios a su miembro. Sus manos se aferran a los glúteos de Tsuna mientras comienza a lamerle lentamente. Al sentir el contacto de su lengua, Tsuna se estremece de placer.

-Her-Hermano…

Ryohei alza levemente la cabeza y sonríe. Se levanta de pronto y se baja los pantalones junto con los calzoncillos. Levanta a Tsuna por los muslos, apoyándolo en la pared, de modo que su glande pudiese entrar fácilmente en Tsuna.

-Te gustará, ya verás, esto es extremo.

Ryohei comenzó a moverse con suavidad, cosa que arranca un ligero gemido de Tsuna. Los movimientos de Ryohei no eran para nada toscos, cosa contraria a lo que cualquiera esperaría viniendo de él. Tsuna tenía los ojos cerrados por los nervios, pero pronto aprendió a dejarse llevar y las suaves embestidas de Ryohei no tardaron en resultarle placenteras. El frío a su alrededor desapareció, se olvidó hasta de quién era y de dónde estaba. Las embestidas de Ryohei iban cobrando fuerza poco a poco y los gemidos de Tsuna iban en aumento con ellas.

-Her-Hermano… -murmuró Tsuna-. Yo apenas… Puedo aguantar…

-Entonces vayámonos juntos, Sawada… -respondió Ryohei, exhausto.

Fue nada más decirlo cuando ambos sintieron que ya no podían aguantar más y el placer llegó a su punto más alto. Cuando Ryohei hubo sacado su miembro del interior de Tsuna, depositó al muchacho con suavidad en el suelo para que pudiese vestirse de nuevo mientras él se recobraba un poco. Era ya hora de volver al interior.

Mientras tanto, en el pasillo del interior del local, Reborn mantiene prisionero a Lambo. El arcobaleno juguetea con el pelo de Lambo mientras medita qué hacer con él. Entre tanto, mordisquea su oreja con suavidad, cosa que hace que el otro se ruborice al máximo.

-¿Qué vas a hacer? –preguntó asustado.

Por toda respuesta, Reborn extrajo su pistola y la puso bajo la barbilla de Lambo mientras lo miraba con una expresión indescifrable.

-Deja que lo piense… -respondió.

Entonces le lamió la mejilla, juguetón, mientras que con la mano libre buscaba en el interior de sus pantalones. Tocó y acarició con suavidad el miembro de Lambo y notó cómo endurecía entre sus dedos. Esbozó una sonrisa de satisfacción.

-Vaya, vaquita, estás bastante alegre –murmuró.

-Re-Reborn…

Lambo no podía resistirse, por una parte porque Reborn lo tenía arrinconado, por otra porque lo que le hacía le gustaba. Reborn lo controlaba. Pasó a mordisquearle el cuello mientras él lo disfrutaba.

-Ya… Ya deberían haber pasado cinco… minutos –murmuró Lambo.

-Tienes razón –observó Reborn-. Tal vez tu bazooka se haya vuelto a estropear, vaca estúpida… -esto último lo murmuró acercándose a su cara hasta el punto de que sus labios casi rozaban los del otro. Entonces lo besó con fiereza, demostrándole quién era el que mandaba allí.

En aquellos momentos, en un hotel del centro de Namimori, Squallo se dirige hacia la habitación de los Varia donde descansan Belphegor y Xanxus. Lleva en la mano una nota escrita en un papel. Al llegar, llama a la puerta y, segundos después, entra. Xanxus y Belphegor están sentados cada uno en un sillón, al parecer, charlando sobre algo sin mucha importancia. Ambos se quedan mirando a Squallo, preguntándole con la mirada qué era lo que ocurría.

-Nos han invitado a una fiesta –dijo, esbozando una siniestra sonrisa mientras se situaba detrás del sofá donde Xanxus estaba sentado-. Es en un local de aquí de Namimori.

Pasa sus brazos sobre los hombros de Xanxus mientras le muestra la nota y se pone a besarle el cuello con suavidad. Xanxus observa el contenido de la nota mientras Belphegor se sienta al lado de Xanxus en el sofá con aire sugerente.

-¿Quién la firma? –pregunta el príncipe mientras acerca su cara a la de Xanxus y le mordisquea una oreja.

-Los Vongola –respondió, acariciando el rostro de Bel.

-¿Y qué haremos? –preguntó Squallo dejando a un lado el cuello de Xanxus.

-Ir a hacerles una visita –respondió Xanxus, con una sonrisa malévola.

Continuará.

martes, 4 de enero de 2011

[Rain Storm] by Uni [Yamamoto x Gokudera]

Rain Storm
(Narrado por Gokudera)
Era un domingo frío y lluvioso, me encontraba por las calles de Namimori y estaba intentando buscar un lugar para refugiarme de la lluvia. Corrí hasta llegar a un templo que en un primer momento me pareció vacío. Pronto descubrí que no era así, había alguien más y ese alguien era Takeshi Yamamoto. No sabía porque pero cada vez que le veía me ponía de los nervios.
-¿Gokudera? – Preguntó al verme entrar – Tú también resguardándote de la lluvia ¿eh? Jeje. Me alegro de tener compañía.
-Tch, yo no tanto.
El idiota del béisbol esbozó una gran sonrisa y eso no sé porque hizo que me sonrojase. No me gustaba la situación, además la ropa mojada empezaba a molestar y si seguía así cogería un resfriado, Yamamoto habló.
-Si no te pones ropa seca pescarás un resfriado.
- Lo mismo te digo imbécil.
-No me importa lo que me pase a mí, soy fuerte jeje.
-¿Insinúas que soy débil?  - levanté mi tono de voz algo mosqueado.
-No quería decir eso, sólo que no quiero que te pase nada, eres importante para mí.
Vale, ahora si estaba sonrojado y Yamamoto lo notó, por lo que se acercó rápidamente a mí.
-¿Tienes fiebre? – dijo colocando su frente en la mía.
-No, pero por favor no te acerques tanto.  – me aparté bruscamente. Él lo notó.
-Tranquilo, yo te cuidaré. – Se acercó a mí lentamente y posó su mano en mi cabello y dulcemente lo acarició. – Deja que te ayude a entrar en calor.
Esas palabras las había dicho él? Mi celebro estaba empezando a imaginarse cosas extrañas, las cuáles me asustaron más. Pero,¿ tenía miedo de él o de cómo podría reaccionar yo ante la situación?
-Yama…- no me dejó acabar cuando se acercó y me besó, fue un beso dulce y inocente pero pronto empezó a mover los labios. Me separé de él y lo miré fijamente a los ojos, a una distancia prudente obviamente.
- ¿Por qué has hecho eso?
- No he podido controlarme, llevo mucho días mirándote y no sé porque siento que me gustas y además mucho y ahora al verte empapado y con la ropa tan pegada al cuerpo quiero besarte, abrazarte y muchas más cosas. Perdóname si quieres me marcho porque tan cerca de ti no puedo controlarme.
Sin pensar demasiado me acerqué a él, cogí su cabeza con las manos y lo miré dulcemente.
-No te marches, no sé porque pero últimamente me siento de forma rara cuando estoy contigo y me pongo muy nervioso cuando me miras y ahora al besarme me he sentido aturdido por ti y quiero que continúes.
-¿En serio lo dices?
-Creo que sí, tampoco lo tengo muy claro pero mi cuerpo reclama al tuyo.
Yamamoto se sonrojó y se tapó la cara avergonzada con el dorso de la mano. Me pareció un gesto tan mono, nunca lo había visto así, y mi corazón latía muy velozmente. Me cogió fuertemente de las muñecas y se puso encima mío, estaba abierto de piernas y él estaba entre ellas arrodillado. Me daba mucha vergüenza ya que me miraba de una forma ¿erótica?.
-Ahora ya no podré detenerme ni aunque me lo digas llorando.
-Por favor no te detengas, soy tuyo.
Empezó a besar mi boca con mucha fuerza y introdujo su lengua poco a poco. Nuestras lenguas jugaban entre ellas la sensación era magnífica. Besó mis mejillas y bajó al cuello dónde succionaba fuertemente en toda su zona.
-Tienes un cuello muy sexy, perdona si te dejo marca pero no puedo evitarlo.
Me empezó a quitar los botones uno a uno del uniforme y introdujo su mano dentro, estaba fría y húmeda, me gustó. Su mano llegó a mis pectorales y me pellizcaba los pezones, bajó la cabeza hacia donde tenía las manos y con la lengua, los lamía, los mordisqueaba y empezó a succionar como anteriormente había hecho en mi cuello. Su mano bajo hasta el pantalón.
-Parece que está creciendo aquí abajo.
-Pues normal, si me tocas así que quieres. – dije ahogadamente entre jadeos.
-Haré que te sientas aún mejor. Me besó en la frente y volvió a la boca, pasó de ser un beso tierno a uno apasionado que casi me deja sin respiración. Su mano derecha que tocaba mi pantalón, bajó la cremallera y los desabrochó hábilmente. Acariciaba la zona del ombligo y me despojó de la camisa. Tocó mi espalada con los dedos de arriba abajo y yo me estremecía a su tacto. Le quité su camisa a él también y le besé con ganas, queriendo probarle aún más esa boca que tanto me hacía gozar. Me levantó y quitó los pantalones muy rápidamente. Quedé en ropa interior con sólo una prenda que cubría una parte que ahora mismo quería ser atendida por él. Mi mente sucia empezaba a darme miedo pero por otra parte me gustaba. La mano de Yamamoto lo tocó por encima pero como le estorbaban los calzoncillos me los quitó y empezó a masajearme el miembro. El placer era infinito, me sentía en un sueño y no quería despertar. Su mano se movía rápidamente y no dejaba de gemir, sentía que me venía.
-Vaya, te has venido mucho. – Lamió su mano que estaba manchada por mí.
-No tienes porque beberte eso…
-Si es tuyo me gusta, quiero más.
Puso su cabeza entre mis piernas y lamió bruscamente el glande y acariciaba mis testículos, mientras lo hacía miraba mi cara.
-No me mires –gemí- me da vergüenza.
-Quiero verte la cara mientras te vienes.
Succionaba muy rápidamente  sentía que no aguantaría mucho más si continuaba.
-Para! Por favor, voy a…. Aaah!- su boca estaba llena de mí y la mirada en sus ojos era sucia y lasciva. Me encantó.
-No aguanto más, sé mío.
Sus manos me cogieron los glúteos y metió un dedo en mi entrada. Me dolía pero me excitaba aún más. Introdujo el segundo y el tercero a la vez mientras los movía circularmente dentro. Los sacó y humedeció con su boca para que entraran mejor.  Los sacaba y los metía muy rápido, cada vez aceleraba más. Se quitó el pantalón y los calzoncillos y comenzó a introducir su glande en mí.
-Es muy grande – susurré.
-Ahora estaremos unidos. – nos cogimos de las manos y empezó a moverse, cerré los ojos por el dolor pero quería hacerlo estaba seguro.
-Primero me moveré lentamente, no quiero hacerte daño.
-Tú hazlo, me gusta, por favor, quiero que llegue hasta el fondo.
Se movía muy rápido, entraba y salía. Tocaba mi punto G y no parábamos de gemir. Me cogió mientras lo hacíamos y me puso a cuatro patas para que entrase más profundamente.
-Gokudera… pronto voy a… aah!
-Yo también estoy a punto… mmh!
Las penetraciones se hicieron más constantes y profundas, pronto llegaríamos al orgasmo juntos y así fue, me miró jadeante con cariño y le respondí con un beso.
-Ha sido increíble- le dije.
-Me has hecho el Guardián más feliz de todos, te protegeré siempre.- me abrazó.
La tormenta fuera empezó a amañar junto a la lluvia. En esa tormenta unida a la lluvia, yo me había unido a la persona que más quería. Una unión perfecta. Ahora cada vez que tenemos un clima así por Namimori, me reúno con él en este templo dónde nuestros cuerpos fueron uno y así será siempre.

sábado, 1 de enero de 2011

1ª parte [Especial fin de año] by Bianchi [Todos con todos]

Bueno, bueno, siento que con un poco de retraso, aquí llega ya al fin, el especial fin de año de Reborn versión yaoi!! ^^ Próximamente la segunda parte con contenido para adultos!!

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El local de Yamamoto ha sido cerrado la noche especial de fin de año, reservado sólo para aquellas personas especiales que conforman la familia Vongola. Adornado con luces por dentro y por fuera, reina un ambiente festivo en el aire. En su interior, todos charlan animadamente unos con otros. Tsuna y Yamamoto comentan un impresionante partido de baseball que ambos habían visto en la televisión la tarde anterior. Ken y Chikusa tratan de ser amables por una vez con Chrome y charlan por una vez sobre un tema no relacionado con Mukuro.  Gokudera, tras coger algo de picar, se une a la conversación de Tsuna y Yamamoto. Hibari, desde un rincón apartado, observa a Dino manteniendo una conversación con Reborn mientras los niños, Lambo e I-pin, corretean jugando con las serpentinas. Ryohei mira con extraña e inusual tranquilidad por la ventana mientras Haru y Kyoko charlan animadamente con la madre de Tsuna y con Bianchi sin prestar mucha atención a los chicos. Todos parecen muy alegres.

-¡Takeshi! –el padre de Yamamoto lo llama desde la barra-. Nos hemos quedado sin atún, ¿puedes ir a la despensa a buscar unas cuantas cajas?

-Está bien, está bien –Yamamoto accede sin problemas-. Tsuna, seguimos hablando cuando vuelva.

-Te acompaño –dice Gokudera-. Seguro que no puedes con todas esas cajas tú solo –añade en tono burlón.

Yamamoto le dedica una agradable sonrisa y no se opone a que le acompañe. Ambos abandonan la estancia quedándose a solas en dirección al almacén. No intercambian palabra alguna de camino. Entre tanto, Hibari sigue observando a Dino en la distancia. No ha apartado sus ojos de él ni un segundo. En ese momento, Tsuna, al quedarse solo, se acerca a él. Al darse cuenta de que no para de observar a Dino, sonríe.

-Acaba de llegar de Italia expresamente para pasar el fin de año con nosotros –dijo, sonriente, pues apreciaba mucho a Dino-. Se le ve de maravilla.

Hibari cierra los ojos y asiente, esbozando una leve sonrisa.

-Comenzaba a ser algo aburrido sin él –musitó.

Al otro lado de la habitación, Ken, sentado muy cerca de Chrome, al fin saca a Mukuro en la conversación que mantienen.

-¿Vendrá Mukuro-sama a celebrar con nosotros el fin de año? –preguntó, con una sonrisa viciosa.

-Tal vez –respondió Chrome, sonriente-. Dijo que sería una sorpresa.

-Entonces la cosa se vuelve interesante –respondió Chikusa, sentado al otro lado de Chrome, mientras le acariciaba suavemente una pierna ascendiendo lentamente.

-Mukuro-sama no tardará en llegar –añadió Ken, lamiéndole una mejilla a Chrome, quien no sabía qué hacer.

A su alrededor, nadie se percata, todos están muy ocupados charlando entre ellos como para darse cuenta. Reborn se percata de que Hibari no hace más que mirar a Dino, a pesar de poder estar hablando con Tsuna.

-Parece ser que tu estudiante tenía ganas de verte –le dice a Dino, quien se vuelve para mirar a Hibari.

-Ah, Kyoya –responde Dino, frotándose ligeramente el cabello-. Ciertamente, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi, tal vez debería ir a saludarle.

-Sí, deberías –añadió Reborn.

Dino se acercó a Hibari y Tsuna. Hibari lo miraba tan serio como de costumbre, su carácter parecía no haber cambiado en absoluto  desde que Dino se había marchado. Lo saludó con un gesto de mano y una sonrisa.

-Realmente ha pasado mucho tiempo, Hibari –dijo.

Hibari no cambió su expresión ni dijo nada, se dedicó a mirarlo fijamente en silencio. En aquellos instantes, Ryohei se acercó y rodeó los hombros de Tsuna con el brazo en actitud amistosa.

-¡Eh! ¡Sawada! –dijo con un elevado tono de voz, como era costumbre-. Hace un tiempo perfecto para entrenar fuera. ¡Vamos! ¡A lo extremo!

-Pe-Pero… -Tsuna apenas tuvo tiempo para reaccionar y negarse-. ¡Espera! ¡Ryohei!

Ryohei no prestaba atención a sus quejas, ya estaba arrastrándolo hacia la puerta para salir a fuera. Dino los observaba, divertido, sin embargo Hibari hacía como si no hubiese pasado nada. Se había llevado una mano a los cabellos y se los acariciaba lentamente.

-Así que has vuelto –musitó, mirando fijamente a Dino.

-Así es –respondió.

Mientras ambos hablaban, Lambo e I-pin correteaban jugando por toda la sala. Lambo, como de costumbre, armaba mucho escándalo y lo ponía todo de patas arriba. I-pin intentaba que parase. Reborn, cansado ya de aquella actitud infantil del pequeño Bovino, saltó de la mesa y fue a encararse a él. Lambo frenó justo a tiempo.

-¡¡Hahahahahahaha!! ¡Reborn! ¡No eres rival para Lambo! ¡¡Hahahahahaha!! –gritaba y reía Lambo ruidosamente.

-Estúpida vaca, no haces más que causar problemas hasta en fin de año –replicó Reborn, tomando a León como mazo.

-¡No puedes con Lambo! ¡Lambo es el mejor! ¡¡Hahahahaha!! ¡¡HAHAHAHA!!

-Eres realmente ruidoso –Reborn hizo ademán de golpearlo con la maza.

Lambo esquivó el golpe del mazo por los pelos y se inició entonces la persecución por toda la sala. I-pin, cansada ya de aquello, se retiró con las demás chicas. Reborn persiguió a Lambo por toda la sala, lo que hacía que fuese cada vez más ruidoso. De repente, Lambo tropezó y Reborn no pudo frenar, con lo que cayó también. Del pelo de Lambo salió el bazooka de los diez años que cayó sobre los dos y se disparó, provocando una nube de humo.

En la despensa, Gokudera esperaba apoyado en la pared a que Yamamoto encontrase las cajas que le había pedido su padre. Sin embargo, parecía que éste no tenía mucha prisa por encontrarlas. Más bien lo contrario, parecía estar retrasándose el mayor tiempo posible para seguir estando ambos a solas. Finalmente, se incorporó y se estiró, suspirando.

-Ah… Si ese viejo me dijese donde las guarda no tardaríamos tanto –dijo, volviéndose para mirar a Gokudera, que parecía sumido en sus pensamientos; al ver que no lo estaba escuchando, se acercó a él, dejándolo contra la pared, y lo miró fijamente a los ojos-. Dime, Gokudera, ¿en qué piensas?

Los ojos de Yamamoto relucían en la noche con un cierto tono lujurioso. Gokudera, al tenerlo tan cerca, no pudo más que sonrojarse y balbucear palabras sin sentido. Su corazón latía fuertemente.

-Yo… Esto… Eh… -las palabras no acudían a su boca con normalidad-. Ya-Yamamoto, las cajas…

-Las cajas pueden esperar…

Yamamoto se acercó más a Gokudera, quien no hizo nada por evitarlo, y lo besó lentamente cerrando los ojos mientras el otro aún pensaba cómo debía reaccionar. Gokudera cada vez estaba más aprisionado contra la pared, sentía el cuerpo de Yamamoto muy cerca de él, y se sobresaltó cuando una de sus manos se deslizó por debajo de su camiseta acariciándole la espalda mientras la otra le cogía un mechón de cabello.

-No seas tonto y déjate llevar… -le susurró Yamamoto al oído.

Entretanto, Ryohei ha conseguido sacar a Tsuna al patio trasero con la excusa de entrenar extremamente. Tsuna tirita de frío mientras Ryohei observa caer los copos de nieve. Después, mira a Tsuna y se percata del frío que está pasando. Se acerca a él y lo rodea con el brazo.

-No te preocupes, en nada entrarás en calor –le dijo Ryohei con una sonrisa sospechosa.

La mano libre de Ryohei acaricia la mejilla de Tsuna atrayendo su cara hacia la de él. Tsuna podía sentir su aliento tan cerca que comenzó a olvidarse del frío, dando paso a un calor insoportable debido al rápido bombeo de su corazón. Ryohei lo besó fuertemente. Tsuna hizo amago de retroceder pero Ryohei no lo dejó irse. Poco a poco ambos se fueron dejando llevar tranquilamente por la emoción del momento. Con asombrosa fuerza, Ryohei levantó a Tsuna del suelo, haciendo que su cara quedase por encima de la de él, y continuaron besándose mientras los copos de nieve caían a su alrededor.

En el interior del local, Mukuro ya había tomado posesión del cuerpo de Chrome. Para que nadie reparase en su presencia excepto Ken y Chikusa, hizo uso de sus poderes y creó una ilusión que los ocultaba del resto y les permitía actuar con libertad.

-Mukuro-sama, le hemos estado esperando –dijo Ken con su cara cerca a la de él.

-Lo sé, lo sé, pero no puedo aparecerme siempre que yo quiera, requiere mucha energía –respondió Mukuro, acariciando la cara de Ken; después, se volvió hacia el otro-. Chikusa, tus manos están realmente frías, dame.

Cogió las manos del muchacho y las guió hacia su cuerpo. Chikusa automáticamente pasó una mano por los hombros de Mukuro y pasó la otra por debajo de su camiseta, acariciándole el abdomen. Ken, entretanto, besaba el cuello de Mukuro con suavidad, alegre de que él por fin hubiese venido a visitarles de nuevo. A los tres se los veía felices. Pronto se olvidaron de todos cuantos había a su alrededor y, mientras Mukuro y Chikusa se besaban, Ken acariciaba el cabello de Chikusa al tiempo que lamía el cuello de Mukuro.

De la nube de humo provocada por el bazooka de los diez años habían aparecido el Lambo y el Reborn adultos. Al parecer, su relación no había llegado a mejorar mucho a lo largo de los años, pues en cuanto se vieron en la misma habitación, Reborn volvió a seguir persiguiendo a Lambo, quien logró llegar al menos hasta el pasillo. Una vez allí, Reborn logró atraparlo lanzando a León en forma de lazo.

-Realmente ha pasado mucho tiempo, vaca estúpida –musitó Reborn acercando a lambo tirando de la cuerda.

-Demasiado tal vez –balbuceó Lambo, queriendo escapar de allí.

-Ah, bueno, no será para tanto, el efecto pasará en cinco minutos –dijo Reborn, acercándolo más a él hasta el punto en que sus caras estuvieron a punto de rozarse-. Pero hasta entonces…