jueves, 6 de enero de 2011

2ª Parte [Especial fin de año] by Bianchi [Todos con todos]

Bueno, aquí la continuación ^^. Espero que les guste.

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Dino no sabía muy bien de qué hablar con Hibari. Lo había añorado, había pensado mucho en él durante su ausencia, y ahora que lo tenía delante, sus palabras no eran capaces de acudir en su ayuda. Se frotó la nuca, pensativo.

-Bueno… ¿Y qué tal va todo por aquí? Se ve realmente tranquilo… -dijo, sin saber muy bien de qué hablar.

-Namimori siempre fue un sitio muy tranquilo –respondió Hibari fríamente.

-Ya, esto… No quise decir lo contrario –Dino soltó una risita nerviosa.

-¿Por qué te fuiste? –preguntó Hibari, de repente.

Aquella pregunta pilló a Dino desprevenido. Hibari no era de los que deseaban razones para una ausencia, era más bien de los que parecía no importarles nada.  Dino no sabía cómo reaccionar, pero aun así se decidió a responderle.

-Esto… Mi hogar es Italia, ya lo sabes…

Hibari hizo caso omiso y, levantándose rápidamente, se echó a los brazos de su querido entrenador, reacción muy contraria a lo que Dino se esperaba de él, ya que nunca le había dedicado una simple muestra de afecto, sino más bien de lo contrario. Aún indeciso, correspondió a su abrazo, sintiendo que algo cálido inundaba su corazón. Se tranquilizó al notar que Hibari no tenía intención de apartarse de él.

-Yo… Quiero hacer de esto tu hogar… -musitó Hibari.

-Hibari… -susurró Dino.

Lo abrazó con fuerza, dejándose llevar por su corazón. Se quedaron así, abrazados un instante. Después, Hibari alzó su mirada y Dino lo besó tiernamente.

-Donde quiera que estés tú, será mi hogar –le susurró Dino, con una tierna sonrisa.

Entre tanto, en la despensa, Yamamoto y Gokudera se besaban acaloradamente. Entonces, Yamamoto pasó sus besos al cuello del otro mientras con las manos le desabrochaba el pantalón. Detuvo sus besos un instante para mirar a Gokudera.

-Yamamoto… Tú sólo… No pares… -fue lo único que logró decir Gokudera-. Se está realmente bien…

Yamamoto esbozó una sonrisa lujuriosa y volvió a besar a Gokudera. Éste último, dejándose llevar por el frenesí del momento, le quitó la camiseta y le acarició la espalda. Yamamoto deslizó su mano por dentro de los pantalones de Gokudera y le acarició el miembro suavemente. Separó los labios de los suyos unos pocos centímetros.

-¿Te gusta esto? –susurró.

-Me… Me encanta… Solamente… No pares… -contestó Gokudera.

-Entonces esto te gustará…

Rápidamente, Yamamoto obligó a Gokudera a girarse y ponerse contra la pared. Le terminó de bajar los pantalones junto con la ropa interior e hizo lo mismo con la suya. Sus cuerpos prácticamente se rozaban.  Yamamoto  mordisqueó juguetonamente la oreja de Gokudera mientras le masajeaba el miembro suavemente.

-Ya…ma…mo…to… -Gokudera se estremeció de placer.

-Esto no ha hecho más que empezar, Gokudera.

Dirigió su glande hacia el trasero de Gokudera y se lo introdujo suavemente para no hacerle daño. Gokudera, con las manos apoyadas en la pared, cerró los ojos y no opuso resistencia. Le dolía, pero al mismo tiempo le producía el mayor placer del mundo. Yamamoto entonces comenzó a embestirle suavemente al principio, pero cobrando más fuerza después. Yamamoto quería poseer a Gokudera y Gokudera quería entregarse a Yamamoto.

Nuevamente en el interior de la sala donde el resto festeja la Nochevieja, envueltos por una ilusión, Mukuro, Chikusa y Ken ya se han deshecho de sus ropas. Ken está tumbado boca arriba en el suelo completamente desnudo mientras Chikusa, a cuatro patas, le lame suavemente su miembro y le acaricia el pecho. Al mismo tiempo, Mukuro penetra a Chikusa suavemente por detrás contemplando la felación desde arriba, satisfecho.

-Chi… Chikusa… -musitó Ken-. Lo… Lo siento yo… No puedo más…

Ken se fue en la boca de Chikusa, quien ni se inmutó y lo tragó como si nada hubiese pasado. Mukuro hizo una pausa y contempló con satisfacción la cara de placer de Ken en el suelo.

-Ken… ¿Por qué no le haces lo mismo a Chikusa mientras yo termino? –preguntó Mukuro mientras ayudaba a Chikusa a incorporarse ligeramente sin salir de él-. Así, entre los dos, le ayudaremos a él.

-Por supuesto… Mukuro-sama… -respondió Ken, aún reponiéndose.

Se puso de rodillas y se aproximó a Chikusa, quien ya estaba de pie, ayudado por Mukuro. Ken comenzó a lamerle el glande con suavidad, acariciando mientras tanto sus testículos. Chikusa se ruborizó. Cuando Ken finalmente se lo metió en la boca, Mukuro volvió a embestir a Chikusa, haciendo que con el movimiento, su miembro se moviese también dentro de la boca de Ken.

-Mukuro… sama… Ken… -murmuraba Chikusa envuelto en placer por ambos lados.

-Tranquilo, Chikusa, falta poco… -le susurró Mukuro al oído-. Hagámoslo juntos…

-Ken…

Ken supo lo que quería sin necesidad de palabras. Se extrajo su miembro de la boca y comenzó a masajearlo con sus manos al tiempo que las embestidas de Mukuro se hacían más fuertes. Los gemidos de Chikusa se escucharon por encima de los de Mukuro cuando ambos se fueron al mismo tiempo. Toda la cara de Ken quedó empapada pero ello no parecía importarle. Chikusa se dejó caer de rodillas junto a Ken y apoyó la cabeza en su hombro, agotado.

-Lo siento, Ken, te he dejado hecho un asco… -le susurró.

-No tiene importancia –respondió el otro al tiempo que rodeaba su cintura con un brazo en un gesto cariñoso.

Mientras tanto, Mukuro se dejaba caer en una silla, sudoroso, y los miraba a ambos, satisfecho por aquellos momentos de placer.

En el patio trasero, Ryohei  ha encontrado un rincón resguardado del frío con Tsuna. Para que él no pase tanto frío, Ryohei hace lo posible para cubrirle con su cuerpo. Besa a Tsuna desenfrenadamente mientras le desabrocha como puede el pantalón.

-No te preocupes, Sawada, esto te gustará  -susurra en su oído.

-Pe… Pero… -Tsuna es incapaz de articular palabra-. Hermano…

Ryohei lo silencia con un beso. Después, sonriendo, se agacha y le baja los pantalones junto con la ropa interior.  Tsuna enrojece por momentos pero no hace nada por impedirlo. Ryohei le acaricia las piernas al tiempo que acerca sus labios a su miembro. Sus manos se aferran a los glúteos de Tsuna mientras comienza a lamerle lentamente. Al sentir el contacto de su lengua, Tsuna se estremece de placer.

-Her-Hermano…

Ryohei alza levemente la cabeza y sonríe. Se levanta de pronto y se baja los pantalones junto con los calzoncillos. Levanta a Tsuna por los muslos, apoyándolo en la pared, de modo que su glande pudiese entrar fácilmente en Tsuna.

-Te gustará, ya verás, esto es extremo.

Ryohei comenzó a moverse con suavidad, cosa que arranca un ligero gemido de Tsuna. Los movimientos de Ryohei no eran para nada toscos, cosa contraria a lo que cualquiera esperaría viniendo de él. Tsuna tenía los ojos cerrados por los nervios, pero pronto aprendió a dejarse llevar y las suaves embestidas de Ryohei no tardaron en resultarle placenteras. El frío a su alrededor desapareció, se olvidó hasta de quién era y de dónde estaba. Las embestidas de Ryohei iban cobrando fuerza poco a poco y los gemidos de Tsuna iban en aumento con ellas.

-Her-Hermano… -murmuró Tsuna-. Yo apenas… Puedo aguantar…

-Entonces vayámonos juntos, Sawada… -respondió Ryohei, exhausto.

Fue nada más decirlo cuando ambos sintieron que ya no podían aguantar más y el placer llegó a su punto más alto. Cuando Ryohei hubo sacado su miembro del interior de Tsuna, depositó al muchacho con suavidad en el suelo para que pudiese vestirse de nuevo mientras él se recobraba un poco. Era ya hora de volver al interior.

Mientras tanto, en el pasillo del interior del local, Reborn mantiene prisionero a Lambo. El arcobaleno juguetea con el pelo de Lambo mientras medita qué hacer con él. Entre tanto, mordisquea su oreja con suavidad, cosa que hace que el otro se ruborice al máximo.

-¿Qué vas a hacer? –preguntó asustado.

Por toda respuesta, Reborn extrajo su pistola y la puso bajo la barbilla de Lambo mientras lo miraba con una expresión indescifrable.

-Deja que lo piense… -respondió.

Entonces le lamió la mejilla, juguetón, mientras que con la mano libre buscaba en el interior de sus pantalones. Tocó y acarició con suavidad el miembro de Lambo y notó cómo endurecía entre sus dedos. Esbozó una sonrisa de satisfacción.

-Vaya, vaquita, estás bastante alegre –murmuró.

-Re-Reborn…

Lambo no podía resistirse, por una parte porque Reborn lo tenía arrinconado, por otra porque lo que le hacía le gustaba. Reborn lo controlaba. Pasó a mordisquearle el cuello mientras él lo disfrutaba.

-Ya… Ya deberían haber pasado cinco… minutos –murmuró Lambo.

-Tienes razón –observó Reborn-. Tal vez tu bazooka se haya vuelto a estropear, vaca estúpida… -esto último lo murmuró acercándose a su cara hasta el punto de que sus labios casi rozaban los del otro. Entonces lo besó con fiereza, demostrándole quién era el que mandaba allí.

En aquellos momentos, en un hotel del centro de Namimori, Squallo se dirige hacia la habitación de los Varia donde descansan Belphegor y Xanxus. Lleva en la mano una nota escrita en un papel. Al llegar, llama a la puerta y, segundos después, entra. Xanxus y Belphegor están sentados cada uno en un sillón, al parecer, charlando sobre algo sin mucha importancia. Ambos se quedan mirando a Squallo, preguntándole con la mirada qué era lo que ocurría.

-Nos han invitado a una fiesta –dijo, esbozando una siniestra sonrisa mientras se situaba detrás del sofá donde Xanxus estaba sentado-. Es en un local de aquí de Namimori.

Pasa sus brazos sobre los hombros de Xanxus mientras le muestra la nota y se pone a besarle el cuello con suavidad. Xanxus observa el contenido de la nota mientras Belphegor se sienta al lado de Xanxus en el sofá con aire sugerente.

-¿Quién la firma? –pregunta el príncipe mientras acerca su cara a la de Xanxus y le mordisquea una oreja.

-Los Vongola –respondió, acariciando el rostro de Bel.

-¿Y qué haremos? –preguntó Squallo dejando a un lado el cuello de Xanxus.

-Ir a hacerles una visita –respondió Xanxus, con una sonrisa malévola.

Continuará.

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