miércoles, 9 de febrero de 2011

[Goku-Neko] by YukaTsuki [YamaGoku]

Y bueno, yo soy nueva >///<
Soy YukaTsuki y vengo a deleitaros con un par de OS de YHR!
El primero es de Yamamoto x Gokudero =)
Espero que os guste >.<

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Goku-Neko
– ¡Me niego!
– Jajajaja. Realmente te pegan.
– ¡No!
– Yamamoto, ¿no será mejor dejarlo?
– Ni hablar. Una apuesta es una apuesta.
– ¡Pero esto es demasiado!
– Pero si te quedan genial. Sin duda, seguro que has sido un gato en otra vida.
Gokudera no podía más que sonrojarse y negar rotundamente que las orejas del mismo color de su pelo que llevaba puestas no le pegaban en absoluto dijera lo que dijera Yamamoto. Tsuna no podía evitar pensar lo mismo que el pelinegro pero no osaría decirlo para no molestar al ahora Goku–neko.
– ¡Encima haberme hecho ir así al instituto!
– No puedes quitártelas hasta que pase el día.
– ¡Maldita sea! ¡Me voy a mi casa!
– ¡Ni hablar! – Yamamoto frunció el ceño – ¡Eso es un sinónimo de huir!
– ¡No me llames cobarde!
– Chicos, chicos – Tsuna sonrió mientras los miraba – Vamos a mi casa y así nos aseguramos de que Goku–neko lleva las orejas todo el día.
– ¡Décimo capo, ¿tú también?!

Era agotador. Llevar las orejas le resultaba agotador. No solo porque todo el mundo se reía de él, sino porque encima le exigían que se comportara como un verdadero gato, así como habían apostado Gokudera y Yamamoto el día anterior. «Aprenderé la lección» pensó Gokudera. Y aparte de todo eso, no hacían más que llamarlo “Goku–neko, Goku–neko” todo el rato. Pero por suerte, el tiempo pasaba y, aunque el día hubiera sido muy largo, finalmente llego a su fin y ahora se encontraba andando con Yamamoto por las calles iluminadas por las farolas y tapada por la negra noche y una luna brillante y hermosa.
– Hoy ha sido un día divertido – suspiró Yamamoto satisfecho.
Gokudera solo remugó para sus adentros y giró por la esquina para hacer más largo el camino. Yamamoto sonrió y giró a su lado mientras adelantaba su mano para coger la del peliblanco. Éste se sonrojó levemente y miró al lado opuesto del moreno, entrelazando los dedos con los de él.
– Mira que hacerme llevar unas orejas durante todo el día… – murmuró aun molesto.
– Pero si te quedan muy bien.
– No me quedan bien – reprochó Gokudera en un sonrojo.
Yamamoto se limitó a reír.
– Goku–neko…
– ¡No me llames así! – gritó el peliblanco dirigiéndole la mirada.
Pero Yamamoto solamente ignoró la orden y continuó hablando:
– ¿Puedo ir a tu casa hoy?
Gokudera se sonrojó levemente y si, realmente las orejas fueran suyas, se hubieran encogido por la timidez.
– ¿H–Hoy? ¿Por qué?
Yamamoto sonrió y le abrazó por los hombros para atraerlo hacia él sin dejar de andar. Le besó la oreja con suavidad y le susurró:
– Quiero disfrutar de un Goku–neko hasta el fin del día.
– Maldito friky del béisbol… – murmuró el peliblanco sin nada que reprochar.

– Pasa – murmuró Gokudera después de abrir la puerta, dando paso a Yamamoto a su casa.
Pero el pelinegro ya había entrado con total libertad. Gokudera no pudo hacer más que ver como él se adentraba en su casa como si fuera la suya y sonrió levemente sintiendo como una especie de calor agradable invadía su pecho. Cerró la puerta detrás de él, se quitó los zapatos y dejó las llaves sobre la estantería que había al lado de la puerta. Se adelantó al salón para encontrar a Yamamoto acomodado sobre el sofá, con los ojos cerrados y la cabeza mirando hacia el techo, acomodada en el respaldo. Gokudera tuvo un pálpito en el pecho y se acercó al sofá por un costado para empezar a gatear sobre los cojines del mismo mueble. En cuanto Yamamoto abrió los ojos para mirarlo, notó la húmeda y cálida lengua de Gokudera lamer la comisura izquierda de sus labios.
– Ah… – murmuró sorprendido.
Gokudera solo bajó el rostro avergonzado de sí mismo por haberse dejado llevar por ese estúpido impulso y esas malditas orejas que llevaba sobre la cabeza.
Yamamoto sonrió y le rascó suavemente la barbilla con la punta de los dedos.
– Serás mi gatito hasta que acabe el día.
Gokudera apartó la mirada aun sonrojado.
– Con una condición… – murmuró.
Yamamoto sonrió y le besó la mejilla.
– ¿Qué condición?
Gokudera le miró fijamente a los ojos.
– Que mañana seas tú mi gatito…
Yamamoto rió levemente y le acarició las orejas.
– Solo si me dejas realmente satisfecho.
Gokudera frunció levemente el ceño y se lo tomó como a un reto. Realmente se le antojaba tener a Yamamoto con unas lindas orejas de neko como las suyas y que lo siguiera de aquí para allá como un gato sigue a su dueño. Se le ocurrían mil cosas que hacer con él en su versión neko, así que sin duda lo dejaría bien satisfecho.
Se acercó más a Yamamoto y empezó a lamer sensualmente sus labios, sin juntar sus labios con los de él, limitándose solo a darle pequeñas y breves pinceladas con su lengua.
Yamamoto no pudo más que estremecerse y abrir sus labios para sacar su propia lengua y así poder saborear la de ese gato curioso y peliblanco que no dejaba de lamerle la boca. Realmente era excitante, muy excitante, ver a Gokudera comportarse como si se tratara de un minino.
Gokudera lamió intensamente la lengua de Yamamoto cuando este la sacó hacia afuera y arañó su ropa para quitársela, desabrochando los pantalones del pelinegro sin dejar de lamerle.
– Eres un gato muy agresivo… – jadeó Yamamoto cuando sintió las uñas del peliblanco en su piel.
– Nunca he dicho que sea un gatito dócil…
Yamamoto sonrió, observando con detenimiento como Gokudera se echaba ligeramente hacia atrás, arrodillándose en el suelo, y se estremeció cuando sus manos rodearon su plena erección. Se mordió el labio cuando observó como ese salvaje y lindo neko se acercaba su miembro y empezaba a lamerlo como si se tratara de un dulce caramelo. No evitó ningún gemido y acarició las mejillas del peliblanco disfrutando plenamente de esa placentera lengua que lo saboreaba lentamente.
Gokudera disfrutaba mucho más de ver el rostro de Yamamoto lleno de placer que de lamer su miembro, ya que hacerlo suponía rebajarse ante el pelinegro, pero realmente olvidaba todo aquello cada vez que lo oía gemir de placer, haciendo que él mismo se estremeciera y se excitara todavía más.
– Ah… Gokudera… – jadeó Yamamoto.
Y lo apartó de su miembro de un tirón mientras suspiraba con profundidad. Gokudera se relamió los labios dirigiéndole sus ojos y el pelinegro no pudo más que tener un sobresalto ante ese gesto tan sexy y lascivo.
– Ponte a cuatro patas, Gokudera.
Gokudera se sonrojó ante la orden tan directa pero, sin dejar de pensar en que al día siguiente Yamamoto sería el postrado, se dio media vuelta y obedeció colocándose a gatas sobre el suelo.
El pelinegro se levantó rápidamente del sofá y bajó los pantalones de Gokudera de un tirón juntamente con su ropa interior. Alzó suavemente la camisa del peliblanco para besar sutilmente su espalda al mismo tiempo que sujetaba su miembro erecto y rozaba con su glande en el ano del Gokudera.
Gokudera se estremeció arqueando su espalda a medida que el miembro de Yamamoto iba hurgándole por dentro, invadiéndole lentamente hasta llegar a lo más hondo de su ser. Gimió y jadeó con leves lágrimas en los ojos por el suave dolor que fue convirtiéndose en placer gradualmente, a medida que el pelinegro le embestía. Era algo indescriptible, algo que solamente él podría hacerle sentir. Le llenaba. Hacía que le hirviera la sangre por dentro y que no pudiera más que desear sacar todo ese placer que se acumulaba por momentos.
– Y–Ya…Yama…moto… – jadeó el peliblanco apenas incapaz de vocalizar palabra.
Yamamoto agarró a Gokudera por el pecho para alzarlo y, girando su rostro a un lado, le besó con ansia sin dejar de penetrarle rápidamente, sintiendo como llegaba al éxtasis. Sujetó la erección del peliblanco y comenzó a mover la mano rápidamente haciendo que éste se encogiera y gimiera en su boca incapaz de controlarse.
Ambos se corrieron al mismo tiempo. El peliblanco sobre la mano de Yamamoto y éste dentro de Gokudera. Ambos jadearon y se tumbaron en el suelo exhaustos. Yamamoto rodeó el cuerpo de Gokudera con el brazo para acercarlo a él y besarle la mejilla. El peliblanco solo se sonrojó levemente y refunfuñó.
– Esto es zoofilia, ¿lo sabías?
Yamamoto rió levemente y le besó los labios suavemente.
– No puedo resistirme ante un neko tan tentador y lindo.
– ¡No soy lindo!
– Quizá te compre un cascabel.
– ¡Cállate, friky del besibol!

– ¿Qué son esas orejas Yamamoto? – Tsuna no podía dar crédito al ver al pelinegro con unas lindas orejitas de gato del mismo color de su pelo.
– Hoy me ha tocado ser el gato a mí.
– ¿Acaso apostasteis algo ayer?
Y no hubo respuesta esa pregunta. Gokudera pegó una calada a su cigarro y miró de soslayo al ahora Yama–neko que parecía disfrutar plenamente su nueva personalidad. «Maldito friky del beisbol» pensó el peliblanco pensando en lo que le haría hacer después de terminar las clases.
– Jajaja. A ti también te quedan muy bien las orejas – murmuró el décimo capo Vongola, riendo ante los gestos gatunos de Yamamoto.
– Eh, Gokudera – lo llamó Yamamoto.
Gokudera le miró de reojo.
– ¿Qué, Yama–neko?
Yamamoto sonrió, se acercó a él y lamió lentamente sus labios en un gesto divertido.
– ¿Me darás luego un poco de leche?
Gokudera malpensó en cuestión de segundos y se sonrojó de golpe. Tsuna también se ruborizó ante el gesto de Yamamoto a Gokudera.
– ¡Maldito friky del beisbol!
– No sabía que vosotros dos… – Tsuna miró a un lado.
– ¡No se mal piense décimo capo!
– Nya~


1 comentario:

  1. Adfsfgdhdghdgh.........Aunque no me guste el Gokudera x Yamamoto...-w- (L) sugoi~

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